Los cambios crean la necesidad de una red de aplicaciones
El panorama empresarial se encuentra inmerso en una época de cambios sin precedentes. El mundo de los negocios ha cambiado. El panorama de los clientes ha cambiado. Y el entorno competitivo ha cambiado; de hecho, nos encontramos en un nuevo ecosistema empresarial. Y las organizaciones están teniendo dificultades a la hora de lidiar con esta circunstancia. El camino a seguir no solo abarca la tecnología, también implica actualizar a gran escala la forma en que los equipos de TI y los de negocio trabajan conjuntamente con ella. La forma de prosperar en un contexto de disrupción es crear una red de aplicaciones.
Los directores de sistemas de información y otros ejecutivos de TI dicen a menudo que necesitan actuar más rápido. También afirman que la capacidad de entrega de sus organizaciones de TI no está a la altura de la demanda de soluciones tecnológicas por parte de sus empresas. La inversión en TI ha sido casi nula de forma constante en los últimos 2 o 3 años; la capacidad de entrega de los equipos de TI no ha cambiado en la mayoría de organizaciones, pero las demandas empresariales no cesan de aumentar. Las organizaciones de TI deben gestionar entornos de nube y SaaS, análisis de Big Data, dispositivos móviles e Internet de las cosas.
La principal preocupación, naturalmente, es la competencia. La mayoría de empresas saben que necesitan mejorar sus soluciones tecnológicas, los canales de interacción con los socios comerciales, sus operaciones empresariales y su capacidad de innovación. El departamento de TI es crucial para todo ello. Sin embargo, el problema es que la TI todavía se encuentra demasiado centralizada. Es imposible que una organización centralizada de TI pueda satisfacer todas las necesidades de toda una empresa; el hecho es que este tipo de estructuras centralizadas están creando una brecha en la entrega de TI. Muchos directores de sistemas de información afirman que no pueden seguir el ritmo de sus entregas, a la vez que los nuevos encargos no paran de llegar. Una red de aplicaciones puede resolver esta brecha.
Definición de red de aplicaciones
Para salvar esta brecha de capacidad de TI, es necesario cambiar el enfoque utilizado para conectar aplicaciones, datos y dispositivos. Una corrección aparentemente sencilla para el problema sería crear numerosas conexiones de punto a punto para todos los elementos, pero esto no es viable a largo plazo. Si está práctica se implementa una y otra vez, con el tiempo se generan interdependencias de aplicaciones y datos en el interior de la organización. Esta circunstancia elimina completamente la capacidad de avanzar rápido y realizar cambios, ya que cualquier modificación conllevará mucho tiempo y tendrá consecuencias complejas.
Un enfoque más recomendable es crear una red de aplicaciones. Una red de aplicaciones es algo muy sencillo; se trata de una forma de conectar aplicaciones, datos y dispositivos mediante APIs que expone algunos activos y datos o la totalidad de ellos en la red. La red permite que otros usuarios de diferentes partes de la empresa accedan a dichos activos y los utilicen. Crear una red de aplicaciones implica desarrollar activos reutilizables y fomentar su reutilización y el autoservicio en la organización. De esta manera, se habilita el uso y la reutilización de diversas maneras. Y además se pueden crear conexiones entre los activos. Es imprescindible permitir que los equipos de desarrollo puedan crear aquello que hace falta (la capacidad de reutilizar mediante autoservicio activos creados por otras personas a fin de crear algo nuevo) y, a continuación, ponerlo a disposición del resto de la organización para su reutilización.
Este objetivo se materializa en la red de aplicaciones mediante la definición de sencillas abstracciones. La API es la mejor abstracción del ámbito empresarial para intercambiar información entre dos partes. El resultado es exactamente este: un intercambio de información entre diferentes aplicaciones. Por ejemplo, los representantes del servicio de atención al cliente pueden intercambiar información con el departamento de inteligencia empresarial encargado de los informes analíticos. U otro grupo empresarial puede intercambiar información con partners implicados en transacciones B2B. Las API son el modelo perfecto para estos intercambios porque proporcionan una definición tanto del proveedor como de los usuarios, así como una forma de gestionar minuciosamente las interacciones.
Cuando se establece la disciplina de consumo, autoservicio y reutilización en la organización, emerge un tipo diferente de entorno: la red de aplicaciones. Según este modelo, no solo hay activos reutilizables disponibles para su despliegue en toda la organización, lo que permite crear y entregar productos nuevos con mayor eficiencia, sino que también existen equipos de capacitación que ayudan a los grupos de desarrollo a entender las prácticas recomendadas para la creación de nuevos productos y servicios, además de poner a su disposición un repositorio de servicios aptos para reutilización. Todo el contenido publicado en la red de aplicaciones puede detectarse y está gestionado, gobernado y protegido; la organización central de TI tiene funciones de gestión y gobernanza sobre todos los servicios, pero también permite que los equipos de desarrollo de las líneas de negocio puedan usarlos para cualquier proyecto que estimen necesario. El personal encargado de crear nuevos servicios y productos en la organización puede utilizar estos servicios tal y como se encuentran o tomar un componente, añadirle algo y publicar uno nuevo. De esta forma, ahora es posible que varios equipos aprovechen el valor creado por uno solo.
Una red de aplicaciones no es una arquitectura. Se trata de un conjunto de componentes sobre el que pueden desarrollarse las arquitecturas. Y su naturaleza gestionada y federada garantiza la flexibilidad sin interrupciones. Es posible conectar y desconectar nuevos productos y servicios con facilidad. La organización central de TI puede controlar todos los activos y comprender fácilmente cómo afectan los cambios al negocio.
La red de aplicaciones va más allá de la tecnología
Una red de aplicaciones no consiste simplemente en crear aplicaciones y conectarlas a APIs. Lo que verdaderamente representa es un cambio cultural. Muchas empresas desean aprender a organizarse de forma ágil. La clave para alcanzar la agilidad no es la cantidad de activos presentes en la red de aplicaciones, sino el número de usuarios que obtienen valor de ella.
Ello representa un cambio significativo respecto al funcionamiento tradicional de los departamentos de TI. Ahora, estos departamentos no solo producen activos, sino que además capacitan al resto de la empresa para utilizarlos. La empresa en sí misma tiene que cambiar porque todas las partes de la organización son ahora responsables de aportar sus mejores capacidades y algunos de sus proyectos propios. El objetivo es crear comunidades y desarrollos alrededor de ciertas funciones dentro de la organización. Estas funciones habilitan el autoservicio y la colaboración con otros grupos de la organización para hacer posible la entrega de múltiples proyectos de TI. Así es como una red de aplicaciones ayuda al departamento de TI a incrementar su capacidad y salvar la brecha de entrega.
Un ejemplo de por qué es necesaria una red de aplicaciones
Las ventajas expuestas se pueden demostrar con un ejemplo muy común en muchas empresas: la integración de Salesforce con una base de datos de SAP. Es fácil caer en la tentación de crear una integración a medida que vincule las dos aplicaciones.
En teoría, es un enfoque válido. Se puede realizar a tiempo, se ajusta al presupuesto y cumple los requisitos necesarios. El problema de esta estrategia es la nula potencialidad y reutilización del proyecto en cuestión. Las aplicaciones están muy estrechamente acopladas y la conexión entre Salesforce y SAP no aporta ningún valor adicional.. Una vez realizado este acoplamiento por primera vez, si otro equipo necesita acceder a estas aplicaciones, las integraciones deberán crearse de nuevo desde cero. Cuando se crea un gran número de integraciones, mantener la gobernanza y la visibilidad de lo que ocurre entre los sistemas se vuelve una tarea muy ardua.
La inversión inicial en la red de aplicaciones arroja dividendos más tarde
Según este nuevo modelo operativo, las personas, las herramientas y la tecnología deben comportarse de manera diferente. En lugar de simplemente entregar proyectos, la organización de TI pasa a dirigirlos. Es responsable de garantizar la calidad, la reutilización y la atención a la seguridad. Puede centrarse en entregar productos estratégicos e iniciativas innovadoras en lugar de verse atrapada en un bucle de creación de conexiones entre Salesforce y SAP. Esto también significa que los expertos en sistemas ya no son imprescindibles para cada proyecto. Si se necesita crear un servicio encima de SAP para los clientes y luego hay que crear otro servicio para la reentrada de datos, ahora se cuenta con un modelo para desbloquear esa información, por lo que los proyectos se pueden llevar a cabo de forma más rápida. Son muchas las organizaciones que ya disfrutan de estas ventajas que ofrecen las redes de aplicaciones; cuando esto empieza a suceder, se va estableciendo una cierta disciplina y el negocio puede avanzar con mayor celeridad. Por último, todo lo que sucede en la red de aplicaciones lleva incorporados el análisis, la seguridad y la gobernanza.
El verdadero objetivo de configurar una red de aplicaciones es prosperar en un contexto de cambio. El cambio es la única constante. Vivimos en un mundo de competitividad extrema. No es la supervivencia del más grande o el más fuerte; más bien, es el más rápido el que prima sobre el lento. Una red de aplicaciones puede ofrecer la agilidad y la flexibilidad que necesita una organización para prosperar en medio de la disrupción digital.